Es casi imposible determinar con exactitud cuándo nació mi interés por las estilográficas, porque creo que se fue desarrollando
poco a poco, casi sin darme cuenta a lo largo de toda mi vida, desde que
aprendiera a escribir.
Durante mi período escolar primario (1954-1960) nos estaba permitido
escribir utilizando únicamente lápiz o pluma de acero y portaplumas
(este último generalmente de plástico, terminaba mordido en su extremo).
¡La pluma fuente, estaba totalmente prohibida!
En la escuela, mojábamos la tinta en el tintero de porcelana blanca
embutido en el pupitre, que era rellenado periódicamente por la portera
del colegio, empleando unos enormes frascos de tinta.
Y en casa, empleábamos el tintero "involcable" que nos había comprado
mamá para prevenir desastres (aunque yo me encargaría de demostrar que
esos tinteros regordetes, no respondían tan bien a su nombre como era de
esperar de ellos)
Por supuesto, el "limpia plumas" de tela primorosamente confeccionado por nuestra madre era de rigor.
De todas formas, mis padres me obsequiaron durante los últimos años de
ese período, una Parker 21, con capuchón de acero (y sin la clásica
flechita), que resistió varios cambios de plumas y hasta el reemplazo de
su cuerpo posterior, rotos en algunas inevitables caídas.
Mi madre adquirió un nuevo cuerpo color verde con vetas negras que era
todo mi orgullo. Lamentablemente perdí aquella querida primera
lapicera.
Recuerdo que la lapicera más popular entre mis compañeros, era una
denominada "Muñeca", aunque alguno que otro privilegiado poseía la más
codiciada de todas: la revolucionaria –para la época- Tintenkuli.
Aquellos pocos chicos que poseían una, eran la envidia de todo el grado.
Y yo nunca tuve una de esas.
Para mi examen de ingreso en la escuela secundaria (fines de 1960), mi
padre me obsequió una Sheaffer´s color gris clarito con capuchón
plateado, que era toda una novedad para entonces: ¡empleaba cartuchos de
tinta!
Esa lapicera me acompañó en aquel temido examen, y en los primeros años del Comercial, hasta que también la perdí.
Durante el resto del colegio secundario, utilicé bolígrafos, y alguna
Parker 45 que apareció por aquella misma época. Además de la consabida
pluma de acero que debíamos utilizar forzosamente en el curso de
caligrafía.
Por
esa misma época, descubrí –abandonada en el fondo de un cajón del
escritorio de mi padre- una antigua Parker Vacumatic negra, que adopté
inmediatamente, descubriendo que era toda una delicia escribir con ella.
La pluma de
oro al descubierto, permitía un trazo grueso mientras la tinta fluía
suave y generosamente. También descubrí que podía usarla con la pluma al
revés, para obtener un trazo muy fino cuando realizaba dibujos.
También extravié esta pluma algunos años más tarde, durante una mudanza, lo cual siempre lamentaré.
Al terminar el secundario, comencé a trabajar, e ingresé en la
Universidad en el año 1966. Adopté por entonces una pluma
“Parker 75” de
plata cuadrillé (“cicelé”), que había adquirido mi padre durante un
viaje a los EE UU en 1966.
Aquella lapicera me parecía preciosa, tanto en diseño, como en
comodidad al empuñarla, y la manera en que fluía la tinta permitiendo
escribir con gran suavidad.
Algún tiempo más tarde mi padre, que advirtió cuánto me gustaba esa pluma, me la obsequió.
Por aquellos tiempos yo trabajaba en un estudio contable, donde se
requería el uso intenso de lápices para nuestro trabajo, por lo cual
durante los años sucesivos probé todo tipo de lápices mecánicos, (los
más populares en dicho estudio, eran los “Scripto” de origen
norteamericano), pero yo adquirí entonces, uno de Parker haciendo juego
con mí "75".
Recordemos que por aquella época, fines de los años 1960 y década de
1970, no existían ni las PC, ni las “Tablets”, y los instrumentos de
escritura tradicionales (pluma, bolígrafo y lápiz), eran de uso
necesario y cotidiano.
Paralelamente, durante mi periodo de estudiante universitario, utilicé
en los exámenes, mi Parker 75, la Vacumatic, y diversos bolígrafos.
En años sucesivos probé distintos instrumentos de escritura: plumas,
bolígrafos, y los entonces novedosos "rolling ball", fibras extra
delgadas, etc. Siempre en la búsqueda constante del instrumento ideal:
suave y fluido para escribir.
Pero entre todos ellos, las plumas fuente fueron siempre mis favoritas.
En 1987, durante un viaje de negocios en Holanda, encontré una tienda
de lapiceras que exhibía en sus vidrieras una novedad que yo había visto
sólo en fotografías y anuncios publicitarios: la recientemente lanzada
Parker Duofold Centennial.
Adquirí en dicha tienda de Rótterdam, un ejemplar de color azul
marmolado. ¡Encontré en ella, una lapicera estupenda! ¡Una maravilla!
Su pluma con su suavidad al deslizarse sobre la hoja, el generoso
flujo de tinta, el tamaño imponente, etc., colmaron todas mis
expectativas.
Posteriormente adquirí un lápiz, y dos bolígrafos haciendo juego con mi Duofold.
Con mi 75, la Duofold, y alguna que otra pluma que fui adquiriendo
esporádicamente, mis necesidades de escritura estaban satisfechas.
Después de esta gran lapicera, la Parker Duofold Centennial, mi búsqueda se detuvo... por algún tiempo.
En 1994 aproximadamente, descubrí en la vidriera de una tienda de
lapiceras de Buenos Aires, una antigua pluma
Tintenkuli, nueva, sin uso.
Verla me trajo muchas nostalgias y recuerdos de mi época escolar.
Una "asignatura pendiente" de mi niñez, que me recordó aquellos
tiempos tan lejanos, cuando tener una de ellas no era algo fácil.
¡Recordé cuánto deseaba yo tener una!
Entré al comercio, la examiné con cuidado, y mientras lo hacía, la
pluma me arrancaba todos esos recuerdos. La adquirí sin dudarlo.
La puse en uso inmediatamente, y estoy seguro que esta vieja lapicera
alemana, junto con el hallazgo casual del libro de Lambrou sobre plumas
fuente que encontrara (y comprara) en una librería, muy poco tiempo más
tarde, fueron los dos factores que me llevaron a entusiasmarme por
juntar lapiceras, no sólo para escribir con ellas, sino además por el
puro placer de coleccionarlas.
Fue entonces que, primera vez, tomé contacto con las vintages,
descubriendo esas plumas de oro legendarias, que se doblan casi como
pinceles, y permiten esos hermosos trazos gruesos descendentes,
combinados con los finos, y ese fluir generoso de la tinta al escribir
con ellas, que hace que sea tan placentero y gratificante, escribir con
ellas.
Desde
entones he ido adquiriendo algunas piezas en viajes, casas de
antigüedades, y tiendas especializadas. Algunas me fueron obsequiadas
por familiares o amigos, que sabiendo de mi debilidad por ellas, me las
han regalado en un cumpleaños, o en otras ocasiones.
Así se fueron acumulando diferentes lapiceras, tanto modernas como
antiguas, por las que me sentí atraído por sus formas, sus colores, y
por la magia de escribir con ellas.
Entre las lapiceras antiguas y clásicas, mis favoritas son las Parker
Duofold originales de los años 20, y las Vacumatic de los 30 y 40, como
también las Modelo 51 de la misma marca.
También me encantan las antiguas Conklin con su singular sistema de
carga de "medialuna", que tanto le gustaba a Mark Twain. También me
gustan las pioneras lapiceras fuente de principios del Siglo XX, con su
primitivo sistema de carga con cuenta gotas.
En los últimos años, también me ha interesado nuevamente la colección y
uso esporádico de plumas de acero "de mojar" (“dip pens”) y sus
correspondientes portaplumas, algunos de ellos fabricados allá por 1865
en EE UU.
En
materia de tintas, prefiero cargar mis estilográficas directamente de un
frasco de tinta, en lugar de usar cartuchos, aunque reconozco la
practicidad y limpieza de estos últimos, que utilizo a veces en los
viajes.
Cargar
una pluma del tintero, tiene algo de rito, algo así como le sucede al
fumador de pipa con la carga y preparación previa al encendido del
tabaco.
Se requiere de tiempo, concentración, y cuidados, en el sencillo procedimiento, y se hace con mucho encanto.
Es parte del disfrute de utilizar una estilográfica para escribir.
¿Para qué uso mis lapiceras?
Bueno... ¡para escribir por supuesto! Aún en esta época en que las
computadoras amenazan con hacer desaparecer hasta los lápices, o que las
"Bic" descartables pretenden hacer obsoletas a las plumas fuente,
siempre encuentro una buena excusa para utilizarlas, escribiendo una
carta a un amigo, firmando documentación, o simplemente garabateando
sobre un papel volutas y arabescos, disfrutando de una pluma de oro
suave y flexible como el de mi vieja Conklin Endura Symetric.
En las fotos de este Blog, se pueden observar algunas de mis "joyas".
Las piezas probablemente empalidecen, comparándolas con las acumulaciones de algunos importantes coleccionistas.
Seguramente no son lapiceras muy costosas, ni difíciles de conseguir, pero nadie puede negar su belleza ¿verdad?
Espero que disfruten leyendo y observando estas fotografías, y quedo
muy agradecido por vuestra paciencia al recorrer este blog.
Muy cordialmente, Dr. D.
hola me llamo cintya soy de jujuy argentina y lei tu pagina y me calleron lagrimas muy lindo todo me paso lo mismo yo en la primaria envidiaba a una chica su pluma parkeer ahora tengo mi parker amada estoy juntando para comprarme mas soy joven y espero algun dia coleccionar miles de boligrafos y plumas no se porque me gustan tanto las lapiceras desde los 10 coleccionaba esas lapiceras de plastico y despues vi q habia otras muchos mejores ahora tengo 21 son hermosas tus lapiceras que suerte q las tenes :)segui poniendo imagenes de tus lapiceras....bye
ResponderEliminarHola Cintya! Muchas gracias por visitar mi Blog, y por dejar tu encantador comentario.
ResponderEliminarMe alegra que te guste esta página, y que te haya emocionado leer esta nota.
¿Qué mejor recompensa puedo esperar, mayor a un comentario como el tuyo?
Dices que ya tienes 21 lapiceras, y ese es un muy buen número. Ya verás cómo con el tiempo, van llegando más ejemplares para tu colección.
Si me permites compartir un secreto: no está en la cantidad el gozar de una colección, sino en verdaderamente disfrutar lo que se tiene.
Muchas veces por pensar en la próxima (o próximas) que compraremos, nos perdemos de disfrutar las que ya tenemos.
Y eso nos ocurre a los veteranos o a quienes se inician por igual.
Bueno, muchas gracias nuevamente, y te envio un muy cordial saludo,
Dr. D.
excelente tu blog ,saludos Pablo!
ResponderEliminarHola Pablo!! Muchas gracias por visitar mi Blog, y dejar tu amable comentario!
ResponderEliminarOjalá regreses a leerlo de vez en cuando!
Un muy cordial saludo, Dr. D.
Hola tambien tengo la "tara" de las lapiceras; mi primaria fue desde 1958 a 1964, en el colegio teníamos los tinteros de porcelana (tal cual la foto) "empotrdos en el pupitre, y en casa el "tintero involcable"; luego nos permitieron las lapiceras "fuente", la primera que me regalaron mis padres, tenía un diseño similar a la que mostras como conseguida en la "tienda de Rótterdam" no recuerdo la marca, y eran sin cartucho, se cargana la tinta, mediante una "palanquita" que tenía en el cuerpo; era´idéntica "marmolada" color verde (fue en 1958). Luego en 1960 me regalaron una "Tintenkuli" (Alemana) que revolucionaba, porque en lugar de pluma tenía una aguja, y el émbolo de la tinta, subia girando media vuelta en la "culata" de la lapicvera. En fin y todavía sigo. Saludos Eduardo
ResponderEliminarHola Eduardo! Muchas gracias por visitar el Blog y comentar. Efectivamente, yo soy mas o menos de la misma época, soy un poco mayor, porque terminé mi primaria a fin de 1960. Era tal cual lo describes, el proceso de uso de plumin a pluma fuente. La Tintenkuli nunca la tuve en aquella época. Fue una "asignatura pendiente" que recién pude saldar hace unos años, dando lugar a mi aficion de coleccionar estilográficas, segun lo cuento en otro lugar de este Blog, donde presento a las Tintenkuli, instrumentos de escritura que poseían algunos pocos en aquella época.
ResponderEliminarBueno, de esto se trata la aficion de coleccionar: mucho de recuerdos, mucho de nostalgia, y mucho del placer que nos brinda escribir con estos bellos instrumentos. Me alegra mucho saber que mantienes la aficion por escribir con pluma fuente! Un cordial saludo.
Post data para Eduardo: puedes leer sobre las Tintenkuli en: http://stylopassion.blogspot.com.ar/p/tu-eres-la-culpable-un-bolero-con.html
ResponderEliminarEstimado Dr D: Hace un tiempo quedó en mi poder una pluma waterman`s ideal 18k, con un labrado en oro muy bonito, parecerian ser figuras romanas. Estimo que la pluma es bastante antigua, sinceramente no se donde acudir para poder tener un idea del valor de dicha pluma; apelando a su conocimiento ud podria indicarme algun lugar donde poder consultar para poder saber el valor de dicha pluma ya que en el interior del pais estas cosas no son viables. Soy de Santa Fe, bueno le agradesco desde ya su opinion.
ResponderEliminarEstimado: Si me envía unas fotografias a mi mail privado, con mucho gusto vería de orientarlo acerca de la pieza que posee.
ResponderEliminarPuede hacerlo a dagasdeplata@yahoo.com